Amor por el negocio

  • Febrero tiene la particularidad de ser el mes dedicado a celebrar el amor y la amistad. Para muchos, quizá represente una fecha de índole comercial, pero para otros conlleva la oportunidad de resaltar dos de los valores más importantes que tanto personas como empresas llevan en su estilo de vida.

En el caso del gremio gasolinero, la unión, el cariño y la fraternidad son conceptos claves que caracterizan al sector. Los empresarios acompañados de la Cámara en los últimos 40 años han luchado de una manera ardua para acentuar las mejores condiciones que permitan que la distribución de combustibles sea un baluarte en el país y esto se ha logrado solo siendo un gremio fuerte, unido y consolidado.

Muchos gasolineros dicen que, no solo llevan sangre en sus venas, llevan combustible y se podría decir que con un nivel de octanaje alto en esfuerzo, dedicación y sacrificio.

Hay muchas historias en el gremio, hay quienes llegaron de rebote, sin pensarlo o quizá por pasajes del destino, a muchos no les quedó otro camino que continuar con el negocio que con mucho esfuerzo construyeron sus familias, otros no son dueños, pero llevan años administrando las estaciones como si fueran su propio negocio ¿Qué tienen todos ellos en común? Todos se enamoraron del negocio.

Para la mayoría de los empresarios la fidelidad de sus clientes representa un valor enorme, se puede decir que cortejar con ellos, conocerlos y suplir sus necesidades es fundamental para agregar valor a la estación de servicio, entonces no solo el empresario deber estar flechado por el negocio, también sus consumidores deben sentirse de la misma manera.

Emilia Fallas es propietaria de la Estación de Servicio Gasotica, ubicada en el cantón de Aserrí. Ella es abogada de profesión, pero tiene prácticamente toda su vida dedicada al negocio de los combustibles.

Para doña Emilia la relación con sus clientes es un impulso fundamental que nutre su amor por la gasolinera, puesto que muchos de ellos son consumidores que a lo largo de los años mantienen una lealtad con la estación.  “Tenemos clientes que crecieron con nosotros, eso para mí es muy importante. Aunque en ocasiones la relación es muy corta hemos tenido la oportunidad de conocer gente muy alegre y solidaria, hemos hecho amistad” mencionó.

El papá de doña Emilia, don Jesús Fallas, fue quien inició la operación en 1974, cuando Aserrí era parte de una zona rural que apenas iniciaba su desarrollo.  Con los años, la visión de un hombre que vio en la apertura de una gasolinera la oportunidad para dar sustento a su familia y proyectar un servicio a la comunidad, se ha convertido en un negocio referente en este cantón josefino, no solo por su beneficio económico también por su aporte a la comunidad cuando es requerido. “En el momento que tanto mi papá como mi mamá abrieron la estación, yo me enamoré de este sector” mencionó la señora Fallas.

Debido al cambio generacional, doña Emilia poco a poco fue asumiendo la administración del negocio, hoy don Jesús, por su edad, casi no va a la estación, pero doña Emilia sigue manteniendo una sana comunicación con su señor padre, ella ve en él una guía para llevar adelante los retos diarios que conlleva el manejo de una estación de servicio. 

 “Valoro mucho el esfuerzo de mis padres, por esa razón tengo que seguir adelante con todos los retos que se me presentan. Además, amo este gremio porque somos todos solidarios, me encanta la muy buena relación entre empresarios del combustible, por eso disfruto compartir tanto en las reuniones como en las charlas que la Cámara realiza”.

Muy consciente del sacrificio que conlleva el manejo de este negocio, siempre se muestra una actitud optimista. Reconoce que existen momentos de suma presión, donde el cansancio apremia y el desgaste es fuerte, por lo que en estos años en su escritorio ha tenido ofertas de personas interesadas en comprar la estación de servicio, sin embargo, entiende que el agotamiento se supera cuando el gusto por el negocio es más fuerte.

“El que tiene una gasolinera es porque la ama y le costó. Yo espero mantenerme muchos años más y seguir adelante con mucha alegría. Amo el gremio gasolinero porque fue el legado de mi familia y no lo quiero perder”. Emilia Fallas, Estación de Servicio Gasotica.

Cada estación de servicio tiene su propia historia, su origen. Pero si algo tienen en común las personas que trabajan en ellas es la pasión, sumado al sentido de visión de sus fundadores para ver el comienzo de una actividad de gran importancia para el funcionamiento del país. Este es el caso de don Francisco Marín de la estación de servicio los Ángeles, en la provincia de Cartago, quien desde el año 1986, luego de su paso por el Banco Agrícola de Cartago, inició su camino hacia una actividad familiar con un gran futuro y mucho potencial.

En compañía de su esposa e hijas construyó la edificación de la estación. No fue nada fácil, durante las primeras etapas don Francisco tuvo que sobreponerse ante la negativa de sus vecinos de aquel tiempo, quienes no veían con buenos ojos que un negocio de este tipo fuera parte de su vecindad. Pero con el apoyo de su familia y de su yerno Max Fernández su idea se iba materializando al punto de convertirla en una realidad.  Es igual a un matrimonio que se construye poco a poco, con sus altibajos, sus buenos años y los no tan buenos.

El empeño y amor por sacar adelante una actividad tan importante lo mantiene convencido de la decisión que tomó en su momento. Entiende que el servicio que brinda es trascendental para la vida de las personas.

“A nosotros nos invade una vocación de servicio público que se brinda con generosidad, porque significa estar 24 horas atentos a lo que pueda acontecer tanto dentro de la estación como fuera de ella”, mencionó don Francisco.

Como toda actividad comercial, conlleva cumplir con las diversas exigencias que ameritan las instituciones gubernamentales. Además de las atenciones diarias por el comportamiento de ventas, manejo del riesgo y por su puesto la prestación del servicio a los clientes. Por lo que el manejo del negocio conlleva cierto nivel de desgaste físico y mental.  

“De momento estamos bien, pero llega el momento de tener que irnos retirando poco a poco. La idea mía es que esto subsista muchos años más. Para esto, he delegado muchas de las funciones en mis hijas y mi yerno, de quienes espero que hagan un gran trabajo con una actividad a la que hemos dedicado mucha pasión, esfuerzo y puntualidad.”

Don Francisco fue parte de la Junta Directiva de la Cámara de Empresarios del Combustible, por lo que cree en la labor que ofrece la organización para con sus asociados. Fiel a sus principios considera que la Cámara debe continuar por muchos años más velando por el cumplimiento de los reglamentos para que los mismos estén conforme la normativa de ley así lo exige, de manera que se puede llevar muy buen puerto una asociación que ha demostrado con el paso de los años ser muy sólido en materia de combustibles.

“La Cámara es un vínculo de apoyo muy importante para los gasolineros de nuestro país. Siempre hemos tenido la bendición de vernos como amigos, aunque unos más cercanos que otros, pero siempre bajo una línea y la más correcta”. Agregó don Francisco.

Así celebramos el día del amor y la amistad, recordando que detrás de cada negocio hay una historia, que cada sueño nace fruto del amor en lo que se hacemos, que aunque entre los asociados hay competencia, somos una familia y lo más importante es mantenernos unidos como gremio, trabajando bajo principios éticos que nos permitan el desarrollo del sector y de esta manera mantener una relación de camaradería por muchos años más.

¡Feliz día!