En un entorno donde la diferenciación es clave para destacar en el sector combustible, las estaciones de servicio están evolucionando para convertirse en algo más que puntos de abastecimiento.
Hoy, muchas de ellas están asumiendo un rol activo en sus comunidades, ofreciendo valor agregado a través de programas sociales, educativos y ambientales que trascienden la venta de combustible. Este giro estratégico responde a una necesidad creciente de las empresas de alinearse con los intereses y aspiraciones de las comunidades que las rodean.
Un ejemplo significativo se encuentra en Costa Rica, donde la estación Mi Servicentro Naranjo, ubicada en Naranjo de Alajuela, ha trascendido su función comercial para convertirse en un activo promotor cultural dentro de su comunidad. Además de ser parte de una crónica que recoge más de 59 años de historia como punto de encuentro local, esta estación ha impulsado una iniciativa llamada “Lecturas de paso”, que consiste en una urna con libros de literatura colocada entre los surtidores, fomentando así el acceso a la lectura. Por otro lado, las ganancias por la venta de estos libros se destinan a donaciones relacionadas con proyectos culturales.

La escritora y promotora de esta idea, Natalia Pérez, conocida como Natalia Perhi, es también la autora de las obras disponibles en la estación. Como ella misma expresa: “Todo empieza con que un niño le guste coger un libro y leerlo. Entonces, hacer llegar libros a zonas menos privilegiadas es una forma de generar creatividad, empatía y oportunidades.” Esta visión refleja cómo una estación de servicio puede también convertirse en catalizador de creatividad, empatía y desarrollo social a través de la cultura.
Otro ejemplo destacado en Costa Rica es el del Servicentro Jimal en Cóbano. Esta estación apoya cada año a la comunidad con carrozas para celebraciones patrias y navideñas, y colabora con escuelas mediante donaciones y premios. También ha gestionado el traslado de pupitres y regalos, así como la recolección de residuos especiales en coordinación con la municipalidad. “Somos una comunidad muy pequeña, entonces sí necesitamos el apoyo de todos para que haya algo novedoso y bonito en las fechas del 15 de septiembre y en navidad”, comentó Kemly Jiménez, representante de la estación, destacando el compromiso social del establecimiento.

Además de las iniciativas previamente destacadas, se suman acciones como la campaña de Donación de Sangre y una capacitación realizada en el Servicentro del Oeste bajo el lema “Carro Seguro – Mujer Segura”, orientada al mantenimiento preventivo del automóvil. Estas actividades, junto con las anteriormente expuestas, constituyen aportes relevantes en beneficio de las comunidades cercanas.

A nivel internacional, se observan iniciativas inspiradoras que redefinen la relación entre estaciones de servicio y sociedad. En México, las Gasolineras del Bienestar representan un modelo innovador de servicio con enfoque comunitario. Estas estaciones, impulsadas por cooperativas locales, destinan sus ganancias a proyectos de desarrollo dentro de las propias comunidades donde operan. El modelo permite que los recursos generados por la venta de combustible beneficien directamente a los habitantes, apoyando iniciativas locales en educación, salud y economía social.
En Sudáfrica, por ejemplo, Shell ha desarrollado el programa Shell LiveWIRE, una plataforma que brinda formación empresarial a jóvenes en conjunto con universidades técnicas. Algunas de estas capacitaciones se realizan incluso dentro de estaciones habilitadas como aulas móviles, lo que facilita el acceso a la educación y fomenta el emprendimiento local.

Otro caso ejemplar se encuentra en Canadá, donde la empresa Petro-Canadá impulsa la campaña Fueling Good. Este programa dona combustible a organizaciones no gubernamentales que trabajan en salud, transporte comunitario y asistencia alimentaria. En varias localidades, las estaciones se han transformado en centros comunitarios improvisados, donde se recolectan donaciones y se organizan actividades solidarias que fortalecen el tejido social.
Por su parte, en Japón, la cadena ENEOS ha transformado sus estaciones en espacios verdes que integran áreas recreativas y zonas para talleres ambientales. En colaboración con ONGs ecológicas, se organizan actividades para niños y familias enfocadas en el reciclaje, el ahorro energético y la protección del medio ambiente. Estas estaciones, además de abastecer vehículos, actúan como centros de educación ambiental para toda la comunidad.

Estos ejemplos reflejan un cambio profundo en la visión de negocio. Las estaciones de servicio están adoptando una lógica de triple impacto: económico, social y ambiental.
Las alianzas con centros educativos o con organizaciones sin fines de lucro ya no se ven solo como acciones de responsabilidad social, sino como estrategias sostenibles que generan valor compartido. Las comunidades ganan espacios de desarrollo, mientras que las marcas construyen relaciones de confianza, fidelidad y legitimidad.
Porque hoy, más que nunca, las estaciones de servicio tienen el potencial de convertirse en verdaderos motores del cambio.