Tango, samba, cumbia, merengue and mariachi…

En América Latina hay más de 80.000 estaciones de servicio, nucleadas en gran parte en la Comisión Latinoamericana de Empresarios de Combustible (CLAEC), una asociación de cúpula integrada por las asociaciones de empresarios de combustible de los países de América Latina, que es un organismo técnico, de consulta, y propuestas para los distintos gobiernos de América Latina, que a su vez, también genera y sistematiza información que estaré utilizando en este artículo.

En Latinoamérica coexisten distintos modelos de distribución de combustible: encontramos modelos totalmente regulados, parcialmente regulados y otros que, si bien la literatura los define como libres, tienen distintos grados o niveles de libertad. A su vez, cuando ampliamos el foco en esta primera categorización encontramos enormes diferencias dentro de una misma categoría; algunos modelos son libres en lo que respecta a la fijación de precios al público, pero regulados en márgenes de comercialización y distribución, otros libres en cuanto a las condiciones de entrada y salida de estaciones, pero regulados en cuanto a las distancias de protección entre estaciones, y así podríamos seguir exponiendo diferencias o particularismos que explican la diversidad de mercados de distribución de combustible.

Entre las diferencias, algunos sistemas permiten la existencia de estaciones de servicio bajo la figura de bandera blanca, como, por ejemplo: Argentina, Brasil, Chile, Perú, México, El Salvador, Honduras, Guatemala y Costa Rica, mientras que, en Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, República Dominicana y Uruguay, se prohíbe y en cambio se exige, por distintos fundamentos, que haya una bandera atrás.

La participación del Estado también difiere: en algunos países el Estado participa en la importación de derivados o petróleo, o en la refinación o incluso en la distribución mayorista, mientras que en otros no lo hace, aunque siempre el gobierno tiene un rol activo en la conformación del precio al público.

Todos los países de América Latina importan derivados de petróleo, ninguno es autosuficiente, independientemente de que tenga o no petróleo.

A su vez, la actividad de refinación no está determinada por la existencia o no de petróleo y no todos los países refinan, aunque se están realizando importantes inversiones en refinerías en México, Perú, y desde hace pocos años está operativa la nueva refinería de Cartagena en Colombia; lo que demuestra que en varios países la actividad de refinación sigue y seguirá vigente por al menos un buen tiempo. Este es un tema relevante y debe ser analizado desde la perspectiva de la transición energética, cuyo alcance y contenido difiere entre los distintos países.

promedio america latina 11.176 habitantes por

Arriba vemos una tabla con la cantidad de habitantes y estaciones de servicio por país, pero lo más relevante es ver la ratio de cantidad de habitantes por estación de servicio en cada mercado. Como podrán observar, el promedio Latinoamérica se ubica en 11.176 habitantes por estación de servicio, aunque hay diferencias notorias entre los países.

Paraguay, Brasil, Perú y Uruguay tienen pocos habitantes por estación, y en Paraguay recientemente (marzo de 2024) se aprobó una norma que prohíbe la apertura de nuevas estaciones de servicio por cinco años. La norma, que puede llamar la atención, ordena y pretende contribuir a la eficiencia del sistema, ya que sabemos que el exceso de estaciones de servicio genera efectos indeseados y hace al sistema tremendamente ine-ficiente. Antecedentes así los encontramos en Italia, por ejemplo, que aprobó normas para racionalizar el mercado y bajar el número de estaciones de servicio.

En el otro extremo se ubican Bolivia, Venezuela y Ecuador, países con más habitantes y/o potenciales clientes por estación, lo que en los casos de Bolivia y Ecuador se refieja en los promedios más altos de Latinoamérica en litros de combustible líquido vendido por estación.

A diferencia de lo que ocurre en el hemisferio norte, casi no existen estaciones de servicio con modalidad autoservicio, aunque en algunos mercados comenzamos a ver algunos surtidores autoservicio en estaciones tradicionales; esto ocurre en Guatemala, Perú, Chile, El Salvador y Honduras. En Guatemala aproximadamente dos de cada tres estaciones tienen algún surtidor autoservicio, mientras que en Perú, Chile, El Salvador y Honduras la participación de surtidores autoservicio es signi-ficativamente menor, incluso los fundamentos para colocarlos son muy diferentes, así como la motivación de los clientes para utilizarlos. En algunos mercados se han comenzado a instalar en zonas de nivel socioeconómico alto y en otros en zonas de nivel socioeconómico bajo. Sin embargo, en Costa Rica o Brasil, esta modalidad de atención está prohibida por la normativa vigente.

Si bien podría seguir marcando diferencias entre los distintos sistemas de distribución de combustible de América Latina, quiero cerrar este artículo con un rasgo común: en todos los países el gobierno tiene enorme incidencia en el precio de venta al público del combustible. Los gobiernos participan resignando impuestos en algunos mercados, en otros con subsidios directos o indirectos, a veces vía fondo de estabilización de precios, vendiendo por debajo del precio paridad de importación, o utilizando otras herramientas. El precio del combustible tiene un alto componente político y escapa a la interacción entre oferta y demanda.